Revista de Arte y cultura

ExposiciĂłn colectiva en la GalerĂ­a Ra Del Rey




ROA, arte urbano



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( 2ÂȘ parte del artĂ­culo: Gabriele MĂșnter  y el jinete azul/I)

 MURNAU –  ENCUENTRO DEL ESTILO PROPIO ARTISTICO 

En el verano de 1908 Kandinsky y MĂŒnter se reunieron  en Murnau con  Marianne von Werefkin y  Alexander von Jewlensky   y fue allĂ­, en la zona alpina de Baviera, donde MĂŒnter en el ambiente estimulante del cuarteto de amigos y en intercambio directo con Jewlinsky, encontrĂł, finalmente y en poco tiempo, la manera de pintar en consonancia con su carĂĄcter y modo de ser. El cambio radical de estilo se basĂł en su talento enorme de poner toda la fuerza expresiva en la lĂ­nea.  La condiciĂłn previa para este cambio abrupto  de trabajar estaba  en abandonar  la pintura pastosa y rĂĄpida con espĂĄtula  y aplicar el color  en finas capas con pincel seco. Jawlensky animĂł  a MĂŒnter a separar las distintas zonas de color con lĂ­neas negras de contorno que producĂ­an relaciones accidentales de espacio y, al mismo tiempo, creaban un esqueleto dibujĂ­stico en la construcciĂłn de la imagen. 

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"Zuhören(escuchando)-Retrato de Alexander von Jewlinsky
Oleo sobre cartĂłn. 49,7 x 66,2 cm
StÀdtische Galerie im Lebachhaus, Munich

MĂŒnter mantuvo este estilo de cloisonnĂ© prĂĄcticamente toda su vida ya que confirmaba su seguridad innata en las proporciones lineares y las decisiones tajantes de color. “Quien mira con atenciĂłn mis cuadros, encuentra en ellos al dibujante. A pesar del estallido de color existe un andamio fijo de dibujo. En la mayorĂ­a de los casos dibujo mis cuadros con pincel negro sobre cartĂłn o lienzo antes de meterme con el color.  Todo nace, generalmente, de un pequeño estudio a lĂĄpiz que he hecho bajo la impresiĂłn transmitida por el motivo”.  
En el verano del año siguiente, MĂŒnter encontrĂł en Murnau una casa situada fuera del casco del pueblo. La comprĂł para pasar ahĂ­ los veranos con Kandinsky  e instalar  su estudio de verano y donde, a partir del año 1930,  viviĂł  permanentemente hasta su muerte en 1962.

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Murmau, Casa 33A-llamada casa del Ruso
Dibujo a la aguada 1931.14,9 x 21 cm
FundaciĂłn Gabriele MĂșnter y Johannes Eichner


 TIEMPOS DE CRISIS (1911-1914)

Las primeras exposiciones de las nuevas tendencias en Munich terminaron   en un fracaso  total. La burguesĂ­a y los crĂ­ticos muniqueses no estaban   preparados  para ver algo mĂĄs que una tomadura de pelo, una diversiĂłn de carnaval de los artistas  en las obras expuestas.
El año 1912, con la  apariciĂłn  del almanaque “El Jinete Azul”,   trajo el cambio. MĂŒnter se sintiĂł  liberada de su trabajo agotador  de secretaria de redacciĂłn y “chica para todo”que nadie le reconocĂ­a, y que sĂłlo le habĂ­an traĂ­do problemas con los amigos. Sus obras mostradas  en las dos exposiciones del “Jinete Azul” le trajeron  

primeros Ă©xitos.  En enero de 1913 tuvo su primera exposiciĂłn individual en la Sturm-Galerie  de Berlin y gracias a la iniciativa del galerista Herbert Walden siguieron  exposiciones individuales en Frankfurt, Dresden, Stuttgart y Copenhague. Al mismo tiempo participĂł en una docena de exposiciones colectivas de obra grĂĄfica entre Hamburgo, ZĂŒrich y Budapest.  Pero su mayor ilusiĂłn fue  la exposiciĂłn en Munich de abril 1913 en la que presentĂł 67 obras.

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Paisaje con muro blanco1910
Oleo sobre carton
Kart Ernst Ost-Haus, Hagen

Desde luego, no todo fueron  crĂ­ticas favorables. Cuando el galerista Herbert Walden siguiendo el ejemplo parisino del Salon d´Automne  organizĂł en 1913 el Primer SalĂłn de Otoño AlemĂĄn en Berlin, donde MĂŒnter participĂł con seis cuadros, la prensa  la acusĂł de “radicalismo exagerado de lo eternamente femenino”. 

ESTANCIA EN ESCANDINAVIA Y SEPARACIÓN

El comienzo de la Primera Guerra Mundial  rompiĂł  todos los planes  de MĂŒnter.  Ella, bajo las influencias de la historia de sus padres, odiaba la guerra,  con sus separaciones y. la muerte de tantos jĂłvenes. Los hombres de su cĂ­rculo pensaron que esta guerra podrĂ­a traer una gran limpieza espiritual y hacer mĂĄs accesibles los ideales culturales expuestos en el Jinete Azul. 
 Kandinsky como tantos extranjeros tuvo que abandonar  Alemania y decidiĂł volver a Rusia. MĂŒnter quedĂł encargada de disolver la vivienda comĂșn de ambos y de encontrarse con Ă©l en uno de los paises neutrales de Escandinavia.  A pesar de los problemas, y la frialdad de los Ășltimos años, MĂŒnter no tuvo  ninguna duda de que Kandinsky se reunirĂ­a  con ella en cuanto le fuera  posible salir de Rusia, ya que desde el momento de su separaciĂłn en Suiza habĂ­a aprovechado la mĂ­nima oportunidad de comunicarle sus vivencias e impresiones. Pero, una vez en MoscĂș, la situaciĂłn cambiĂł.  En sus cartas hablaba cada vez mĂĄs de una separaciĂłn necesaria, usaba disculpas y pretextos para aplazar  el reencuentro, pero siguiĂł prometiĂ©ndole matrimonio en un mĂĄs adelante, en un futuro.
MĂŒnter se trasladĂł a Estocolmo donde se integrĂł en el ambiente artĂ­stico sueco, re-encontrĂł viejos amigos y compañeros de estudio en Munich y donde su pintura  recibiĂł  el reconocimiento y alabanza de la crĂ­tica . Sus exposiciones obtuvieron gran   Ă©xito en la prensa, tanto en Estocolmo, como Copenhague y Berlin y cada vez su obra tuvo mĂĄs peso propio, llegando a ofrecerle dar clases de pintura en Berlin junto a Campendonck y Kokoschka.  
El Ășltimo encuentro con Kandinsky tuvo  lugar en Estocolmo  en diciembre de 1915  ya que MĂŒnter habĂ­a logrado concertar una exposiciĂłn individual de Kandinsky, en la galerĂ­a Gummeson, para la que se  exigĂ­a su presencia.Con el fin de asegurar la repercusiĂłn en la prensa, el Ă©xito con el pĂșblico y en las posibles ventas,  que a Kandinsky le hacĂ­an mucha falta. En Marzo de 1916 Kandinsky se volviĂł  a MoscĂș  prometiendo venir de nuevo  en  otoño y hasta entonces procurar los papeles necesarios para poderse casar, las cuales fueron , como tantas veces antes,  promesas vacĂ­as.

ATADURAS SIN SALIDA – PÉRDIDA DE LA FUERZA PICTÓRICA

En el aspecto artĂ­stico, los años en Suecia y Dinamarca confirmaron a MĂŒnter como una pintora de lenguaje propio, personal e inconfundible, bien tratada por la crĂ­tica, que resaltaba su sentido del color,  la construcciĂłn linear de sus cuadros y la profunda quietud que emanaba de ellos. Pero en lo personal  se sintiĂł  cada vez mĂĄs dĂ©bil, con falta de ĂĄnimo  y sin fuerza para trabajar  y se hundiĂł poco a poco en un estado depresivo del cual saliĂł sĂłlo años despuĂ©s.

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Dos lectores.Dibujo lĂĄpiz 10 x 16 cm
FundaciĂłn Gabriele MĂŒnter y Joahannes Eichner.Munich

Existe la opiniĂłn  bastante generalizada de que MĂŒnter,  en los años 20, se concentrĂł en el dibujo, lo cual no responde a la realidad. Ella misma  ayudĂł a formar esta idea al hablar de un decenio  poco fructĂ­fero para su pintura., lo cual se referĂ­a a la calidad y no a la cantidad  de su obra pictĂłrica.  Tuvo la impresiĂłn  de haber perdido la conexiĂłn con los nuevos movimientos artĂ­sticos de Alemania. A la vuelta de Copenhague se encontrĂł con  las primeras exposiciones del dadaĂ­smo, con artistas como Max Ernst, Hans Arp y Georg Grosz pero las tendencias anĂĄrquicas  de los dadaĂ­stas, el destrozar las formas orgĂĄnicamente crecidas y su arreglo casual en montajes materiales le resultaban extraños  y no asimilables para ella. MĂĄs apropiado a su talento le pareciĂł, a primera vista,  el nuevo realismo, con su revalorizaciĂłn del objeto, pero tuvo que constatar  que la exactitud fotogrĂĄfica y la realidad intelectualmente construida no correspondĂ­an en absoluto a su modo de ver y trabajar, que las obras suyas, penosamente construidas,  estaban muy por debajo de sus trabajos del año 1915. 
Le resultĂł difĂ­cil concertar nuevas exposiciones  o lograr encargos de retratos,  y al depender de los ingresos por ventas de su obra fueron años bastante difĂ­ciles.

EL AMIGO – JOHANNES EICHNER

En 1928 conoció a Johannes Eichner, filólogo e historiador de arte, con quien compartiría la vida durante los siguientes treinta años hasta la muerte Eichner en 1958.
Resulta asombroso esta larga convivencia de dos seres tan opuestos en su modo de ser y actuar. Eichner era retraĂ­do hacia los demĂĄs, mantenĂ­a la distancia hacia  y vivĂ­a segĂșn la regla de que  las relaciones humanas se complican y dificultan, si se sabe demasiado del otro. Explicarse y confesar sus angustias le parecĂ­an  exhibicionismo espiritual ,y estados psicopĂĄticos. MĂŒnter que siempre tuvo que declarar abiertamente sus estados de angustia, y  asĂ­ era en las pĂĄginas de su diario, admiraba  en este hombre su reserva y fuerza de vivir en soledad. Y fue ella la que se esforzaba de ganar su confianza y amistad, la que se subordinĂł a sus mandatos y  requerimientos ante el miedo de poder quedarse otra vez sola.
El gran merito de Johannes Eichner en estos primeros años fue que  instaba a MĂŒnter continuamente a que trabajara, a que su gran talento y su naturaleza de artista no se dejaran  vencer por  trabas interiores, que tenĂ­a que superar el punto muerto, que no encontrarĂ­a la felicidad sin poner toda su alma y fuerza en el empeño de recuperar la actividad e inspiraciĂłn  El problema surgĂ­a de los ideales estĂ©ticos que Ă©l querĂ­a imbuir a MĂŒnter  y que estaban basados en el renacimiento y su arte de la perspectiva, su visiĂłn idealizada  de la antigĂŒedad clĂĄsica, la figura bella, el ambiente ilusorio del espacio y, al mismo tiempo, demandaba  al artista que tuviera consideraciĂłn con el comprador que buscaba un cuadro para su cuarto de estar  y que exigĂ­a con razĂłn una pintura que era copia de la realidad. Kandinsky habĂ­a protegido su talento nato y no le habĂ­a superpuesto nada extraño. Eichner se considerĂł su consejero artĂ­stico y usĂł toda su energĂ­a para dictar las reglas de su pintura. MĂŒnter sintiĂł mucho respeto por el profesor e historiador de arte, e hizo caso a sus indicaciones estilĂ­sticas y de contenido, con el resultado de que se sentĂ­a mĂĄs y mĂĄs insegura. 
Para escapar a esta situaciĂłn y con la esperanza de poder recuperar su creatividad y fuerza artĂ­stica, en octubre de 1929 MĂŒnter se trasladĂł a Paris  y al sumergirse nuevamente en el ambiente artĂ­stico y cultural parisino volvieron las ganas de trabajar  y  de transformar la naturaleza en arte  apartando los detalles superficiales, que sĂłlo estorbaban en la visiĂłn sintĂ©tica de lo que ella querĂ­a transmitir.  La gran exposiciĂłn de CĂ©sanne de 1930 la emocionĂł profundamente  e influyĂł en su estilo. Para pintar MĂŒnter necesitaba emociĂłn y sobrecogimiento y esto no dependĂ­a de la belleza y lo idĂ­lico de un paisaje, la composiciĂłn  harmoniosa  de un bodegĂłn  o  a elegancia  y  distinciĂłn del retratado,  lo encontraba en motivos que hacĂ­an  posibles una construcciĂłn linear, que por ello tenĂ­an un aspecto no terminado y que sĂłlo mediante su  afĂĄn creativo llegaban a la perfecciĂłn de la imagen.. 
En septiembre de 1930  MĂŒnter  viajĂł a la Costa Azul y quedĂł extasiada ante la fuerza de la luz y de los colores. En un autĂ©ntico delirio pictĂłrico, reviviĂł el nacimiento de la pintura moderna 25 años atrĂĄs, cuando los fauces  descubrieron la calidad de luz de los colores  y plasmaron  esta  fuerza luminosa inherente a los colores en sus lienzos sin usar  otras fuerzas adicionales de luz. En 1904/05,  en St.TropĂ©z, Matisse, Bonnard, Camoin, Marquet y Manguin habĂ­an  experimentado  con esta  luz de los colores que no necesitaban  ninguna fuente de iluminaciĂłn exterior. Y al año siguiente en Collioure, Matisse y Derain habĂ­an logrado el descubrimiento fundamental para el expresionismo,  cĂłmo  en el mismo color podĂ­a expresarse el ambiente – claro/oscuro, el clima, la estaciĂłn del año. Ante este paisaje cuyos colores brillaban con la misma intensidad de cerca como de lejos, MĂŒnter se reencontrĂł con su capacidad propia y personal de plasmar con el color en una pintura de formas claras y amplios planos lo caracterĂ­stico   del paisaje. Al exponer  estos cuadros  en noviembre de 1930 en una galerĂ­a en Berlin, la crĂ­tica  se mostrĂł entusiasmada. El intento de doma por parte de Eichner habĂ­a fracasado.

RESISTENCIA E INTENTO DE ADAPTACIÓN DURANTE EL NAZISMO

En abril de 1931 MĂŒnter volviĂł a su casa en Murnau donde  cada vez se amontonaban mĂĄs los cuadros. Eichner seguĂ­a en Berlin.
Para meter nuevamente un pie en el mundo artĂ­stico de Munich, MĂŒnter decidiĂł presentarse en la  Gran ExposiciĂłn de Arte de Munich de la Nueva SecesiĂłn. En la selecciĂłn de las obras le ayudaron el historiador de arte Franz Roth y Kurt Schwitters que la dejĂł desconcertada cuando la aconsejĂł cultivar lino en lugar de pintar ya que esto serĂ­a mĂĄs provechoso en los tiempos venideros. Sin embargo, de los cuadros que presentĂł en mayo de 1932, el jurado eligiĂł sĂłlo uno. No cabĂ­a ninguna duda de que MĂŒnter estaba en lo artĂ­stico fuera de las corrientes de aquel momento.
En noviembre de 1932  la Nueva  AsociaciĂłn ArtĂ­stica  de Munich   lanzĂł el proyecto de organizar una exposiciĂłn conmemorativa en mayo de 1934, donde cada antiguo miembro podrĂ­a presentar hasta 12 obras  y ademĂĄs, en una exposiciĂłn paralela, su obra grĂĄfica, lo cual entusiasmĂł a todos los artistas implicados. Sin embargo, muy pronto se anulĂł la convocatoria. “El gran movimiento nacional  no favorece en este momento una gran exposiciĂłn internacional de arte. Los museos que han tenido que descolgar sus cuadros de nuestros antiguos miembros,  no estarĂĄn dispuestos a cedernos estas obras para una exposiciĂłn conmemorativa.” 
El movimiento nazi y su concepto de arte estaban en pleno auge. En Weimar habĂ­an sido despedidos todos los profesores que en su estilo manifestaban todavĂ­a su conexiĂłn con las ideas de la Bauhaus. En el museo se habĂ­an descolgado todos los cuadros de arte “decadente”, entre ellos obras de Kandinsky, Klee, Kokoschka, Marc, Nolde, Feininger y Dix. Se pretendĂ­a terminar con “la idealizaciĂłn de engendros judio-bolcheviques” y fomentar  “el renacimiento de una cultura popular nacional”. Se despedirĂ­a a los directores de museos que por su polĂ­tica de adquisiciĂłn de arte moderno se habĂ­an hecho sospechosos en los años de la repĂșblica de Weimar. Aumentaron los gritos contra  las “mamarrachadas” de Kokoschka,  los “garabatos necios” de Klee, los “ humanos inferiores “ y sus denuncias de Kollwitz, Zille y Barlach, el “nihilismo Ă©tico” y la “falta de heroĂ­smo” de Dix, Hofer y Grosz.  Las opiniones de los encargados nazi de cultura se hacĂ­an doctrina, ya no se podĂ­a opinar en contra. Se cerrĂł la Bauhaus en Dessau, Kandinsky se mudĂł a Francia. En la “purga” de las academias de arte  los antiguos compañeros del Jinete Azul , Klee y Campendonck, estaban entre los primeros que perdieron  su puesto en la enseñanza. Empezaron por toda Alemania las exposiciones de “arte degenerado” que, en cierta medida,  tenĂ­an que tapar la falta de una clara lĂ­nea en el ideal de arte nazi mediante la difamaciĂłn de lo existente.

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Casas en la nieve.1933
Kunsthalle Bielefeld

Con mucho esfuerzo Eichner habĂ­a logrado organizar una exposiciĂłn itinerante  para MĂŒnter bajo el tĂ­tulo “50 cuadros de 25 años – de 1908 a 1933” que empezarĂ­a en Bremen para despuĂ©s seguir por varias ciudades alemanas. Eichner lo habĂ­a preparado todo meticulosamente. En sus notas de prensa se habĂ­a esforzado  en señalar la temĂĄtica sencilla y la cercanĂ­a popular  en la obra de MĂŒnter. Alababa el carĂĄcter sencillo de sus cuadros, semejante al arte popular que parecĂ­a  torpe pero expresaba,  sin embargo lo esencial. HabĂ­a diseñado la imagen de una pintora  que en su oposiciĂłn al impresionismo habĂ­a llegado a un estilo amable, ligeramente anticuado, simple, verdadero, sencillo u autĂ©nticamente alemĂĄn. Lo demĂĄs dependĂ­a de los crĂ­ticos y su memoria, si conectaban este retrato descafeinado con la pintora perteneciente al Jinete Azul y la Sturm-Galerie. Tuvo que capear varios vendavales pero  cuando el periĂłdico nazi de Stuttgart declarĂł que la artista estaba ejemplarmente adelantada a su tiempo, que ella habĂ­a abierto el camino hacia el conocimiento y la valoraciĂłn del arte popular tan apreciado en la actualidad, sintiĂł que finalmente la habĂ­a sacado de las referencias peligrosas a su pasado artĂ­stico. 
Ante los ataques a artistas e intelectuales, la quema de libros y la difamaciĂłn del arte moderno, MĂŒnter jugĂł con la idea de emigrar al extranjero de habla alemana pero tuvo que convencerse por los argumentos de Eichner  que esto era impracticable. Se hacĂ­a cada vez mĂĄs difĂ­cil vender o obtener encargos de retratos y la escasez  de dinero se hacia acuciante. Al terminar el año 1935 tuvo la noticia de que sus cuadros presentados para la exposiciĂłn 50 Años de Pintura de Paisaje  en la Nueva Pinacoteca de Munich  no habĂ­an sido admitidos por el jurado.   Eichner que pasaba los meses de invierno en Berlin le reprochaba  su falta de Ă©xito debido a que no sabĂ­a ni querĂ­a ajustarse a las tendencias imperantes. Que la decisiĂłn de ser el administrador de sus bienes y su consejero artĂ­stico se habĂ­a tomado bajo otras condiciones. Que le serĂ­a imposible continuar la vida en comĂșn sin base econĂłmica. Que no le quedarĂ­a mĂĄs remedio que adaptarse a la pintura anodina y  nada llamativa que se pedirĂ­a en las exposiciones de arte moderno del futuro. MĂŒnter no se inmutĂł con  las crĂ­ticas de Eichner,  e imputĂł gran parte de su postura misantrĂłpica como rĂ©plica del mundo hostil que les rodeaba, pero nunca dudĂł de la estabilidad de su comunidad vital con este “amigo criticĂłn  y quejica”, en quien podĂ­a confiar totalmente.
MĂŒnter solicitĂł y obtuvo la  admisiĂłn en el organismo oficial para artistas plĂĄsticos, ya que sin la pertenencia a Ă©l no podĂ­a trabajar oficialmente, lo cual habrĂ­a significado  su exclusiĂłn de exposiciones y concursos. 
En otoño de 1936, una vez terminada la olimpiada, empezĂł la fase final de la lucha de los nazis contra el arte moderno. Para dar buena imagen a los asistentes de la olimpiada se habĂ­a mantenido una cierta liberalidad respecto, pero ahora el arte ya no hacĂ­a falta. Se vendieron cuadros que por pertenecer a fundaciones privadas legalmente eran invendibles, se cerrĂł la secciĂłn de arte moderno de la GalerĂ­a Nacional en Berlin y se aboliĂł la  crĂ­tica de  arte independiente,  sustituyĂ©ndola por “reseñas de arte”. La contemplaciĂłn del arte  debĂ­a prescindir de cualquier valoraciĂłn formal y estĂ©tica y se volviĂł mĂĄs y mĂĄs  ciencia de normas para resaltar los “ tipos ideales”.
En marzo de 1937 MĂŒnter tuvo la oportunidad de exponer una colecciĂłn de sus obras en la AsociaciĂłn de Arte de Munich junto con otros dos pintores. Como no habĂ­a expuesto en Munich desde 1920, se preparĂł todo con mucho esmero y Eichner redactĂł las notas de prensa y textos de las invitaciones. Uno de los periĂłdicos  mencionĂł en su reseña la pertinencia de MĂŒnter al Jinete Azul, pocos dĂ­as despuĂ©s otro periĂłdico “el lenguaje abstracto de la forma “ que le recordaba el expresionismo dentro del cĂ­rculo del Jinete Azul .El periĂłdico nazi, vio un arte con semejanzas al cĂ­rculo de BrĂŒcke, y otros parecidos movimientos, de antes y despuĂ©s de la guerra. El Ășltimo dĂ­a de la exposiciĂłn apareciĂł el ministro bĂĄvaro Adolf Wagner  y delante de los cuadros de MĂŒnter  protestĂł a grito pelado que algo asĂ­ figurara como arte muniquĂ©s.   
MĂŒnter tuvo la gran suerte de no tener obra en la magna exposiciĂłn de “Arte Degenerado” de Munich de 1937 que contenĂ­a sĂłlo obras requisadas en los museos  y tampoco apareciĂł su nombre en los opĂșsculos contra el arte moderno y la GalerĂ­a Sturm de Berlin. El galerista Herberth Walden habĂ­a borrado su nombre  de su listado de artistas de la galerĂ­a en 1923, porque ella no habĂ­a estado conforme con sus liquidaciones, y le habĂ­a amenazado con una denuncia. Si que estaban los nombres de Jawlensky, Kokoschka, Kandinsky, Klee, Kubin, Munich, Nolde, Pechstein, Picasso, Purrmann, Rohlfs, Schlemmer y como Ășnica mujer Paula Modersohn-Becker. 
Cuando en 1938 saliĂł la Ley sobre  recogida de productos de arte degenerado y se anunciĂł que tambiĂ©n se buscarĂ­an las obras degeneradas en las colecciones privadas y se recogerĂ­an conforme a la ley, MĂŒnter se dio cuenta de la ventaja de no haber llamado la atenciĂłn como pintora moderna. Con ayuda de Eichner escondiĂł la obra de Kandinsky y de los amigos en el sĂłtano de su casa tapando la entrada con estanterĂ­as. Nadie sabĂ­a  que estos cuadros, que mĂĄs de un decenio habĂ­an estado almacenados en una empresa de transporte de Munich, se encontraban ahora en su casa. 
El comienzo de la Segunda Guerra Mundial trajo consigo la disminuciĂłn de sus contactos exteriores. Ella evitaba bajar a Munich y los amigos venĂ­an con menos frecuencia. Los bombardeos de Munich y alrededores la hicieron temer por su almacen pictĂłrico.

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Paisaje nocturno con luna blanca
Oleo sobre cartĂłn.
ColecciĂłn particular
El 29 de abril  de 1945, los americanos entraron en Murnau sin encontrar resistencia y ocuparon el pueblo. MĂŒnter temĂ­a que en una ocupaciĂłn por las tropas americanas se descubrieran los cuadros escondidos en el sĂłtano y que estos fueran confiscados. Con gran tenacidad se acercĂł una y otra vez al puesto de mando  americano  con el libro sobre Kandinsky escrito en 1914 por el abogado y coleccionista de arte Arthur Jerome Eddy bajo el brazo y finalmente logrĂł que la casa fuese declarada “off limits” y recibiera protecciĂłn. 

RE-DESCUBRIMIENTO DE LA PINTORA  DESPUÉS DE 1945

MĂŒnter no informĂł a nadie sobre los cuadros escondidos, tampoco cuando se volviĂł a recuperar  el arte de antes del “Imperio de Mil Años”.   MĂŒnter se sintiĂł redescubierta en el año 1949 en la gran exposiciĂłn El Jinete Azul y Munich  a pesar de ya haber tomado parte en exposiciones en Maguncia y Colonia. Como una de las Ășltimas supervivientes del cĂ­rculo del Jinete Azul, ella perteneciĂł al comitĂ© de Honor de la exposiciĂłn, pero se la honrĂł ante todo como testigo de aquel tiempo, como figura de paso que parecĂ­a salvar el abismo entre  los movimientos de comienzo del siglo  y el tiempo de la posguerra. Como pintora  tenĂ­a poco espacio en la exposiciĂłn. Sus 9 cuadros tenĂ­an en frente 41 de Kandinsky, 49 de Klee, 22 de Kubin, 51 de Macke y 48 de Marc. En el catĂĄlogo se la mencionĂł con dos lĂ­neas que ademĂĄs tenia que compartir con Werefkin: “ no se exponen a problemas, su pintura se mantiene sencilla y cerca de la naturaleza. 
Todos los Ă©xitos de aquellos años MĂŒnter los compartiĂł con Eichner, que en el mismo año 1949 organizĂł una exposiciĂłn itinerante  por 22 ciudades bajo el tĂ­tulo Gabriele MĂŒnter, Obras de cinco decenios, que empezĂł en Braunschweig y terminĂł 1953 en Herford, la ciudad de su infancia. La crĂ­tica se entusiasmĂł ante su obra y coleccionistas particulares, asociaciones de arte  y museos compraron cuadros. En 1950 se presentaron tres obras suyas en la 25 Biennale de Venecia   y en 1952 tuvo su primera exposiciĂłn en Munich despuĂ©s del fracaso de 1937 y la satisfacciĂłn de que su obra, a la que se le habĂ­a negado el derecho a llamarse Arte MuniquĂ©s ya habĂ­a entrado como variante muniquesa del expresionismo en la historia del arte.

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BodegĂłn con flores y huevos de Pascua.Ca1950
Oleo sobre cartĂłn.44 x 33 cm
ColecciĂłn particular

DONACIÓN DE LA OBRA DE KANDINSKY Y FUNDACIÓN GABRIELE MÜNTER Y JOHANNES EICHNER

A pesar de los años y los achaques de la edad, MĂŒnter siguiĂł pintando y exponiendo tanto en Alemania como en los Estados Unidos. Pero le preocupaba  el futuro de la obra escondida en el sĂłtano de la casa de Murnau.  Entre la pareja MĂŒnter-Eichner y el conservador jefe de las Colecciones de pintura del Estado de Baviera, se habĂ­a establecido poco a poco una relaciĂłn de confianza  y parece que Ă©l fue el primero en tener conocimiento de la colecciĂłn de obra de Kandinsky que habĂ­a estado escondida durante 43 años. “Mi convencimiento acerca del genio Kandinsky no me permite  que esta herencia, este tesoro de arte se reparta por el mundo. En Munich y Alemania han empezado a olvidar el trabajo de Kandinsky y cubrirlo de silencio. AsĂ­ que habrĂĄ que buscarlo en Munich y estarĂĄ bien protegido en manos de Dr. Rothel”, declarĂł MĂŒnter en una carta. Al ser nombrado director de la GalerĂ­a municipal de Munich, Röthel logrĂł que llevara a cabo la fundaciĂłn largamente planeada por MĂŒnter . El 19 de febrero de 1957 MĂŒnter donĂł a la ciudad de Munich, sin ninguna contraprestaciĂłn, mas de 90 cuadros al Ăłleo, 330 cuadros de tĂ©mpera, acuarelas y dibujos, 22 cuadros pintados sobre vidrio, 29 cuadernos de dibujo y unas 300 hojas de obra grĂĄfica de Kandinsky  Esta donaciĂłn elevĂł de inmediato la instituciĂłn a nivel de fama mundial, sĂłlo comparable con la Guggenheim Foundation en Nueva Cork, pero ahĂ­ estaban ante todo obras de Kandinsky de su tiempo en la Bauhaus y en Munich se podĂ­an ver las “partidas de nacimiento” del arte abstracto. 
El dĂ­a anterior a su 80 cumpleaños se inaugurĂł en la StĂ€dtische Galerie im Lenbachhaus la exposiciĂłn Kandinsky y Gabriele MĂŒnter, Obras de cinco decenios donde hizo pĂșblico la donaciĂłn que causĂł sensaciĂłn a nivel mundial. 
MĂŒnter se sintiĂł aliviada de haber podido entregar toda la obra  que habĂ­a estado en sus manos. A pesar de las penurias y escasez de la posguerra  no habĂ­a vendido ni una pieza de Kandinsky a los galeristas en busca de su  obra temprana. Ante esta lealtad hacia la uniĂłn con Kandinsky, los honores, medallas y Ăłrdenes parecĂ­an  anecdĂłticos. Pero la fama de la donante pronto tapĂł su propia obra y se le encajĂł en su dependencia de Kandinsky , presentĂĄndola bajo la perspectiva de Kandinsky y las necesidades de Ă©l.  Su currĂ­culum se limitaba para algunos periodistas en el enunciado “como alumna se dejĂł vencer por el encanto de Ă©l que durante los siguientes 12 años llenarĂ­a su vida”.  El drama vital “bajo el signo de una relaciĂłn infeliz con su maestro Kandinsky “se hacia mĂĄs y mĂĄs presente en biografĂ­as cortas y enciclopedias. Otra vez se le habĂ­a metido en el patrĂłn femenino de la compañera llena de paciencia para  descanso del guerrero. 
Al morir Eichner en 1958,  MĂŒnter puso en movimiento una segunda fundaciĂłn largamente planeada con el compañero,  que incluĂ­a la casa de Murnau, desde 1936  propiedad de Eichner y  que se realizĂł  mediante la firma de un contrato sobre la herencia  ese mismo año. MĂŒnter nombrĂł  a la ciudad de Munich heredera universal con la condiciĂłn de que se  instrumentase una fundaciĂłn que debĂ­a emplear sus
ingresos para la investigaciĂłn acerca del Jinete Azul, ayudar a jĂłvenes artistas y comprar obras  del cĂ­rculo del Jinete Azul para los museos. 
En la casa de Murnau habĂ­a todavĂ­a 31 cuadros de Kandinsky  del tiempo de 1902 a 1908, legajos y bocetos. De su propia mano  se acumularon en el sĂłtano 213 retratos, 518 paisajes, 327 bodegones de flores y 127 bodegones de diferente temĂĄtica, ademĂĄs 111 cuadros al Ăłleo de temĂĄtica variada. A esto se añadĂ­an 45 legajos, la colecciĂłn de cuadros sobre vidrio, estatuillas y arte popular. Al director de la Galeria municipal y a sus ayudantes  que venĂ­an para hacer el inventario se les debiĂł cortar mĂĄs de una vez la respiraciĂłn. MĂŒnter se alegraba al redescubrir lo que ella calificĂł como pecados ya  olvidados, se divertĂ­a y sĂłlo sentĂ­a que por sus problemas de salud no podĂ­a tomar parte activa en todo este trabajo. 
PintĂł y dibujĂł hasta el Ășltimo momento y se emocionĂł cuando el “time-magazin” en su ediciĂłn del 29 de diciembre de 1961 la llamĂł una artista “who is steadily gaining fame in her own right as one of the best of the German Expressionists……..paintings  whose color glow in bright chunks, and whose landscapes shimmer under blazing."


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Am Staffelsee.1911


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Gabriele MĂŒnter , enero 1957
Foto de Gabriele GrÀfin von Arnin

El 19 de mayo de 1962 Gabriele MĂŒnter muriĂł, a los 85 años, en  la “casa del ruso”, en Murnau.
Cumpliendo su deseo de no  ver centrados todos los focos en ella, que preferĂ­a el silencio, la segunda fundaciĂłn se hizo  pĂșblica despuĂ©s de su muerte y se presentĂł con la exposiciĂłn Gabriele MĂŒnter: 1877 – 1962  con 159 obras en el Lenbachhaus
Solo entonces se dio a conocer que ella ya en vida habĂ­a ayudado a crear una GalerĂ­a del Jinete Azul comprando con los ingresos de sus propias ventas 90 cuadros, acuarelas, obras grĂĄficas y dibujos del cĂ­rculo de sus amigos pintores  que en el año 1962  llegaban a  un valor  de 1,2 millones de marcos. En la prensa de Munich se advirtiĂł: “Nada serĂ­a mĂĄs falso que ver a Gabriele MĂŒnter a causa de su vida y su donaciĂłn magnĂ­fica Ășnicamente a la sombra de Kandinsky , sombra en la ella nunca se habĂ­a cobijado. 

 CONCLUSIÓN: FIDELIDAD A LOS PRINCIPIOS ÉTICOS, MORALES Y ARTÍSTICOS 

Desde que vi por primera vez  las obras de Gabriele MĂŒnter en el Lenbachhaus de Munich me cautivaron  con su explosiĂłn de color y su composiciĂłn  clara  sin aditamentos superficiales. Aparentemente  estos cuadros parecen nacidos de un impulso fresco  y natural sin que la creadora se haya roto la cabeza acerca de los efectos que querĂ­a lograr y yo creo que esto, en absoluto, responde a la realidad. Para plasmar algo tan impactante pero parco en los medios empleados, hace falta un largo y radical proceso de filtraciĂłn de medios estilĂ­sticos, tĂ©cnicas y  modos de trabajo, que va descartando lo superfluo y lo meramente decorativo. Cada pintor realmente artista,  posee un lenguaje especial, inconfundiblemente suyo  y Gabriele MĂŒnter tuvo la suerte de encontrarse en su juventud con Kandinsky quien supo ver su talento y  ayudarla en el desarrollo del mismo. Como la mayorĂ­a de las mujeres que intentaron salir del rol que tenĂ­an tradicionalmente asignado en el contexto social, tuvo que poner en juego toda su tenacidad  y  fuerza voluntad y como tantas, no supo desmontar y apartarse de  las enseñanzas de su infancia y juventud de ver en el hombre   el ser superior y responsable de la vida en comĂșn, al que la mujer tenĂ­a que subordinarse y relegar sus propias necesidades y deseos.
El Jinete Azul  fue la piedra clave de su vida. Puso todo su empeño en que la caballerĂ­a azul, como ellos lo llamaron, siguiera adelante  y que tuviera Ă©xito con sus nuevos postulados sobre el arte  que tambiĂ©n eran los suyos. Los años del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial  la pusieron al borde de la existencia material  y estrecharon el campo de su quehacer artĂ­stico enormemente pero lo que mĂĄs le importaba era la supervivencia de la obra temprana de Kandinsky y de los  artistas pertenecientes al cĂ­rculo del Jinete Azul que estaban en su poder y de las que ella se consideraba guardiĂĄn.  Los años de la posguerra le trajeron, despuĂ©s de casi veinte años de  silencia, nuevamente el reconocimiento internacional de su propia obra y , con el consentimiento de su amigo y compañero de los Ășltimos treinta años,  Johannes Eichner, empleĂł los ingresos por la venta de obras suyas en la compra de obras de sus antiguos amigos y compañeros del Jinete Azul.  Fiel a las enseñanzas de su infancia y juventud de que la palabra dada y el compromiso adquirido eran inamovibles y tenĂ­an que cumplirse donĂł, sin contraprestaciĂłn alguna, todo el tesoro artĂ­stico que ella y Johannes Eichner habĂ­an guardado  con tanto esmero y fidelidad y tambiĂ©n la casa de Murnau, a la ciudad de Munich, para asĂ­ mantener viva la llama del movimiento artĂ­stico que tuvo su origen en Munich y que en ella habĂ­a quedado vivo durante toda su vida.

Escrito por
Marianne Paul

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