Revista de Arte y cultura

Exposición colectiva en la Galería Ra Del Rey




ROA, arte urbano



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Nikko y el Toshugo

Yomeinon
Entrada principal al santuario Toshogu
A unos 140 km al noroeste de Tokyo, rodeado de montañas, volcanes, cataratas y lagos se encuentra la pequeña ciudad de Nikko  y en ella el santuario Toshogu que no se parece en nada a los demás santuarios o templos del país. La mayoría de los templos budistas de Japón son sombríos y hasta lúgubres, con estructuras de madera sin pintar y poca decoración. Los santuarios Shinto sí suelen estar pintados – típicamente en un color rojo-naranja – pero normalmente de manera sencilla.  Los colores brillantes y la abrumadora riqueza de las tallas y la decoración en general  del Toshugo son únicos en todo el país y recuerdan más a los templos chinos o coreanos que a los de Japón. 

Lo que sorprende y desconcierta además, es como se mezclan sin ninguna preocupación elementos de dos religiones radicalmente distintas como el budismo y el shintoismo.  Las dos religiones aprendieron pronto a convivir y frecuentemente hay un templo budista al lado de un santuario shintoista.

Urna de Tokugawa Ieasu
      

Nemuri-neko
relieve de gato dormido

Pero en el Toshogu de Nikko las  características arquitectónicas de ambas religiones se entremezclan – no por razones religiosas sino para crear una imagen de magnificencia y demostrar el poder en manos del shogunato que parece querer señalar que no sólo controla a las divinidades  y los budas sino, con mucha más fuerza, a los humanos. Es una declaración de poder del primer shogun del periodo Edo, Tokugawa Ieyasu, que en el recinto del santuario tiene su mausoleo, y de su nieto Iemitsu, tercer shogun de los Tokugawa. 

Ieyasu supo pacificar el país y crear sistemas de  control tan efectivos que sus herederos pudieron gobernar el país durante más de 250 años hasta que Tokugawa Yoshinobo, el décimo quinto shogun, tuvo que dimitir en 1867 y aceptar la restauración del poder imperial, el comienzo de la era Meiji. 


Significado del shogunato

Shogun,  traducido generalmente como “generalísimo que subyuga a los  bárbaros”  era un título honorífico que en el Periodo Nara (710-794 dC)  el emperador o tenno  solía otorgar a los militares  al mando de expediciones punitivas contra  insurgentes o tribus indígenas. A pesar de que este título cayó en desuso en cuando las fronteras estuvieron pacificadas,  volvió a resurgir en 1192 cuando el emperador  nombró shogun a su primo Minamoto No Yoritomo,  concediéndole  la autoridad permanente de emprender acciones militares contra todo aquel  que desafiara  su régimen. Con ello se legitimó el control de Yoritomo sobre sus propios dominios y vasallos  y se le otorgó el derecho de nombrar oficiales supervisores para gran parte del país, creando con ello la base de poder que sostenía el Shogunato de Kamakura.

Los shogunes eran en teoría dictadores militares cuyos regímenes dominaron la política durante la mayor parte de la historia japonesa  entre 1192 y 1867. Sus regímenes llevaban el nombre japonés de bakufu  o  “gobierno de tienda de campaña”  lo que suele traducirse como shogunato. Era un sistema de política feudal  y el poder se repartía entre el shogunato de Edo y los daimyo de los dominios provinciales. Hubo tres shogunatos: el primero de 1192 a 1333 en Kamakura, el segundo de 1338 a 1573 en el distrito Muromachi de Kyoto y el tercero de 1603 a 1867 en Edo, actualmente Tokyo.   

Hacia finales del siglo XVI el Muromachi shogunato se había debilitado tanto que fue incapaz  de dominar a los señores feudales, lo que trajo consigo unos cien años de guerras civiles durante las cuales cualquier daimyo (señor feudal) estaba en guerra constante con sus iguales para defender o engrandecer sus territorios.  Los  pasos decisivos  hacia la unificación de Japón los dieron  Oda Nobunaga, quien en 1573 expulsó al último shogun Muromachi de Kyoto, su lugarteniente y sucesor Toyotomi Hideyoshi, y Tokugawa Ieyasu.  En continuas guerras contra los señores feudales y  los poderosos monasterios unificaron la mayor  parte de las islas Kyushu y Honshu bajo su poder directo  o de sus vasallos.


Ni Oda Nobunaga ni Toyotomi Hideyoshi buscaron  el título de shogun  lo cual parece indicar de que ambos aceptaron la tradición según la cual este título, pero desde luego no su poder, estaba reservado a hombres que descendían de los Minamoto,  una rama de la familia imperial constituida en 814 AD por el Emperador Saga. 

Oda Nobunaga
Pintado por el jesuita italiano Giovanni Nicolao


Sin embargo, Tokugawa Ieyasu, quien supo trazar una conexión tenue con antepasados  Miramoto, aceptó después de su triunfo en la batalla de Sekigahara en 1603  el título de shogun  otorgado por el emperador.

Toyotomi Hideyoshi pintado en 1601


Biografía de Tokugawa Ieyasu

Tokugawa Ieyasu nació en 1543 con el nombre de Matsudaira Takechiyo  en el castillo de Okazaki, prefectura de Aichi, como el primer hijo del daimyo Matsudaira Hirotada. Takechiyo  pasó su infancia y juventud primero como prisionero de los enemigos de su padre, la familia Oda, y después como rehén de los aliados de su padre, los Imagawa. A los 18 años, después de haber logrado su independencia  de los Imagawa y haber logrado el control sobre los dominios de su padre, Takechiyo abandonó su alianza con los Imagawa  y se unió  a Oda Nobunaga.  Ello le aportó seguridad en su flanco oeste y le posibilitó la expansión hacia el este, anexionando dos provincias a sus dominios. Fue entonces, en 1568,  cuando cambió su nombre personal a Ieyasu y obtuvo el permiso imperial para sustituir su nombre de familia de Matsudaira por el nombre más antiguo de Tokugawa. 

Su alianza con Hideyoshi  e Oda Nobunaga perduró hasta el asesinato de éste en el  Honnoji Templo de Kyoto en 1582. Fueron veinte años de continuas luchas y progresiva expansión de sus territorios para los tres aliados.  Sin embargo, las relaciones con Hideyoshi como sucesor de Nobunaga fueron bastante problemáticos durante los primeros años hasta que ambos hombres decidieron que cualquier alianza era preferible a seguir luchando. Sellaron su alianza con la adopción de un hijo de Ieyasu por parte de Hideyoshi y el casamiento de Ieyasu con una hermana de Hideyoshi. 

Al vencer a la familia Hojo en el asedio a Odawara en 1590, Hideyoshi con sus aliados y vasallos obtuvo el control total sobre la zona oriental de Japón  y requirió a Tokugawa Ieyasu para cambiar sus cinco provincias, incluyendo la de nacimiento, por un dominio nuevo constituido por la planicie de Kanto y las montañas circundantes. A pesar de que el desconocimiento de su nuevo dominio presentó para Ieyasu una desventaja estratégica, administrativa y probablemente fiscal, tenía las ventajas de ser más grande, más productivo y geográficamente más unido que sus antiguas posesiones. Estableció su cuartel general en  el castillo de Edo, una pequeña ciudad pesquera,  que a partir de la restauración Meiji recibió del nombre de Tokyo.

En 1592 Hideyoshi  puso en marcha su plan de invasión de Corea que le ocupó hasta su muerte en 1598 y  que menguó los medios de los generales que se vieron forzados a participar en esta aventura. Ieyasu, sin embargo, supo distanciarse de esta campaña y preservar así sus recursos. 

Antes de su muerte Hideyoshi había hecho jurar a sus cinco vasallos más fuertes, entre ellos Ieyasu, que servirían a su hijo. Promesa que Ieyasu  rompió dos años más tarde aliándose con cuatro poderosos clanes de guerra. En octubre de 1600 tuvo lugar la batalla de Sekigahara en la que Ieyasu con sus huestes de 104.000 guerreros ganó fácilmente, poniendo en sus manos gran parte del poder de Hideyoshi, como el control sobre la ciudad de Kyoto y con ello sobre el emperador, y  la autoridad sobre todos los daimyo de Japón. 

En 1603 el emperador concedió a Ieyasu el antiguo título de shogun, lo cual llevaba tradicionalmente consigo que él y sus descendientes  tenían el derecho de hablar en nombre del emperador en los asuntos nacionales. Se esperaba que el shogun  como comandante en jefe de toda la clase samurai obtuviera la obediencia de todos los grandes jefes militares y sus vasallos. 

En 1605 Ieyasu dimitió de su puesto de shogun a favor de su tercer hijo, Tokugawa Hidetada, para establecer un precedente en la sucesión al puesto de shogun que podría garantizar la continuidad del título dentro de la familia. Dos años después se retiró a la ciudad de Shizuoka, pero seguía supervisando la labor de su hijo sin ceder nada de su autoridad, especialmente en los asuntos extranjeros.

Para asegurar el futuro de sus descendientes y estabilizar la balanza estratégica interior a favor de ellos, en 1615  conquistó el castillo de Osaka, en manos del hijo de Hideyoshi, y aniquiló a los miembros de la familia Toyotomi.
Al mismo tiempo ordenó a sus consejeros a redactar los primeros  documentos  fundamentales de la legislación Tokugawa: Las Leyes de las Casas Militares  y
Las Leyes sobre la Corte Imperial y la Nobleza. 

Ieyasu murió en 1616. Un año más tarde sus restos fueron trasladados a Nikko donde por orden imperial fue canonizado bajo el título de Tosho Daigongen, una manifestación de Buda como sanador. 
La paciencia, la capacidad diplomática y la suerte habían tenido un papel importante en el éxito de Ieyasu. Sobrevivió a sus grandes contemporáneos, Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi, y a su muerte cuatro de sus cinco hijos estaban atrincherados en posiciones poderosas. Su logro fue haber traído paz y un grado de unidad sin precedentes a Japón, y haber procurado que su  sucesión fuese lo suficientemente estable para no verse afectada por su desaparición.    

                          
Retrato póstumo de Tokugawa Ieyasu canonizado como Tosho
Daigongen  - “Gran encarnación que ilumina el este” – atribuido a
Kano Tanyo, pintor oficial de la corte de Edo que en 1640 pintó los 5 rollos del Toshogu engi sobre la vida del primer shogun.




Responsabilidades del shogun

El título de shogun concedido por el emperador  en 1603 a Ieyasu no llevaba implícito ninguna garantía de seguridad. Ganado a la fuerza,  cualquiera con poder suficiente podía reclamarlo para si mismo. Sin embargo, unidas al título iban ciertas responsabilidades. Como cabeza de los guerreros japoneses el shogun tenía la obligación de mantener la paz, controlar el comercio exterior y la diplomacia,  preservando ley y orden en casa. Para ello bajo el gobierno de Iemitsu, el tercer shogun, se publicaron entre 1633-39 los edictos  Sakoku de Aislamiento Nacional que restringieron  todo contacto con el extranjero y prohibieron la entrada de naves extranjeras, con excepción de las holandesas y chinas,  que tenían su punto de atraque en el puerto de Nagasaki , y de las coreanas, que lo tenían en el puerto de Tsuchima. 

Para preservar el orden y la legalidad dentro del país se arrogaron el derecho a limitar la independencia regional y exigir contribuciones de hombres y dinero a sus rivales.  Además, para preservar la estabilidad social se introdujo un sistema social de cuatro clases, el SHI-NO-KO-SHU, donde cada uno, fuera  samurai, agricultor, artesano o comerciante, conocía y mantenía su posición dentro de la escala social. Este sistema fue válido durante todo el período Edo y sólo en 1868 fue sustituido por el sistema Meiji de 3 clases, es decir nobleza (antes samurai), comunes e intocables (hinin, eta y burakumin).


Monedas  acuñadas durante el  shogunato de Ieyasu entre ellas el koban, moneda de oro con un contenido de 84,29% de oro


El shogunato tuvo que asumir igualmente las funciones de legislador y arbitro moral. Ieyasu unificó la moneda, estableció pesos y medidas estándar  y limitó las prerrogativas, tanto de la corte imperial como de los jefes provinciales. Su nieto, Iemitsu, estableció en 1635  el Consejo Judicial,  Hyoyoshu, para dirimir disputas legales complejas, y en 1742, el octavo shogun, Yoshimune, introdujo el código legal escrito  de mayor amplitud hasta entonces. Como árbitro de la moral  el shogunato publicaba sin fin  instrucciones detalladas acerca de los aspectos de la vida cotidiana  que impactaron profundamente en el vocabulario moral y político del Período Edo.


Los poderes del shogun

Después de haber recibido el juramento de lealtad de los jefes militares supervivientes de la batalla de Sekigahara (1600)  y después de haber aniquilado a Toyotomi Hideyori en 1615, Ieyasu no tardó en aprovechar su posición  preeminente  al publicar  Las Leyes de las Casas Militares que prohibieron a los daimiyo  proteger y recoger fugitivos, emprender nuevas obras de fortificación o a casarse sin permiso oficial. Esta intrusión del gobierno central sobre las prerrogativas regionalesde los daimio tuvo su continuación en 1635  cuando se  les suprimió el derecho de imponer aranceles o construir grandes barcos. En las Leyes de la Corte Imperial  se ordenó la retirada de ésta de la vida política y se estableció el derecho de veto sobre el  personal de la corte.

El control sobre las provincias era crucial  para salvaguardar la autoridad del shogunato  y era afirmado simbólicamente en el advenimiento de cada nuevo daimyo y cada nuevo shogun mediante el intercambio de documentos, que como contrapartida del juramento de lealtad, aseguraban al daimyo  su derecho a percibir los ingresos de su dominio. Durante los años entre 1600 y 1650, el gobierno Tokugawa estuvo sumamente activo en la distribución y retirada de dominios. Durante ese medio siglo se crearon 172 nuevos daimyo y a 206 de ellos les aumentaron sus feudos como pago por servicios.  En 281 casos, durante el mismo período, los daimyo fueron transferidos de un dominio a otro en consonancia con la calidad del servicio prestado, mientras que 213 daimyos perdieron todo o parte de su dominio por  una ofensa real o ficticia.

Otra forma de control fue el sistema del Sankin Kotai  que obligaba a los daimyo a residir cada dos años en Edo y atender la corte del shogun. Para llevar a cabo esta obligación el daimyo tenía que mantener una residencia en Edo donde vivían permanentemente sus mujeres e hijos, lo cual podría considerarse como una forma cortés de mantenimiento de  rehenes. El Sankin Kotai  tomó su forma definitiva y se hizo obligatorio entre 1635 y 1642  bajo el tercer shogun, Tokugawa Iemitsu, y perduró con pocos cambios hasta 1862. 

El típico daimyo  viajaba a la capital cada dos años y volvía a sus dominios  después de haber servido en la corte durante un año. Solía viajar con una comitiva de 150 a 300 servidores o más de acuerdo con su status social y la importancia de sus dominios, y para ello usaba los caminos principales, todos ellos bajo  control gubernamental.  Los viajes y el mantenimiento de su residencia en Edo  consumían entre el 70 y el 80 por ciento de los ingresos de un daimio,  lo cual ayudaba a mantener al daimyo con pocos recursos y al shogunato consecuentemente más poderoso.


Situación militar

Los vasallos de los Tokugawa y sus huestes  constituían el núcleo de la máquina militar del shogunato. Residían permanentemente en Edo y, en su mayor parte, no disponían de dominios. Su número se calcula en unos 60.000, número era muy reducido frente a los más de 200.000 samurai que servían a los distintos daimyo y que en un conflicto entre los Tokugawa y su daimyo siempre tomarían partido por su daimyo.  Además, de esos 60.000 hombres, sólo un porcentaje pequeño podía considerarse como ejército  permanente, siendo muchos de ellos burócratas o servidores de la casa. 

 La historia de “los 47 ronin”,  que se basa en un hecho real acontecido  en 1701, ilustra perfectamente el espíritu de lealtad absoluta  del samurai hacia su señor cumpliendo con el “bushido”, código de honor de los samurais. 

Durante el Período Edo la corte imperial de  Kyoto solía enviar embajadores al shogun en Edo para entregarle las felicitaciones y mensajes de año nuevo. En 1701, Asano Naganori,  señor de Ako, fue designado para recibir a los embajadores como representante del shogun, siendo obligación de Kira, jefe de protocolo del shogun, instruir a Asano acerca de los puntos delicados e inusuales del protocolo. Durante el tercer día de la recepción  Asano se sintió ofendido por los modales arrogantes de Kira, sacó una daga y le agredió. Estaba totalmente prohibido hacer uso de armas en el castillo de Edo. Asano fue condenado a cometer sepukku (suicidarse) y su dominio fue confiscado por el shogunato.  Sus más de 200 samurais se quedaron sin empleo y sin señor, convertidos en ronin, es decir guerreros samurai sin amo ni empleo. 

Casi dos años más tarde un grupo de 47 de sus samuráis atacó la casa de Kira matándole y llevándose su cabeza al templo de Sengakuji, donde estaba enterado su antiguo señor. Lavaron la cabeza de Kira y la pusieron delante de la tumba de Asano. Entregaron dinero al abad del templo rogándole que les diese honorable sepultura y se rindieron a las fuerzas del orden.  

La acción de los guerreros de Asano  planteó un dilema para el gobierno shogunal. Habían violado la ley pública empleando violencia como grupo, pero también habían cumplido fielmente el máximo deber del samurai  de lealtad absoluta hacia su señor. Pero desde el punto de visto del shogun, su acción sobrepasaba el concepto de venganza. La acción había sido  llevada a cabo por un gran  grupo de guerreros en la capital del shogunato y se refería a un caso que el shogun ya había juzgado  con anterioridad, con lo cual ellos ponían en entredicho su decisión en este asunto así como su autoridad. Se les condenó a morir honorablemente, es decir a cometer sepukku, y no a manos de un verdugo. Cumplieron su condena en marzo de 1703 y fueron sepultados delante de la tumba de su señor. La acción de estos guerreros les ganó el respeto de la gente y la consideración de héroes. 



Templo Sengakuhi en Tokyo, donde están enterrados los 47 ronin y su señor, Asano Naganori. La historia de los 47 ronin sigue viva entre el pueblo japonés. Diariamente se acercan gentes a este rincón del templo para rezar y hacer sus ofrendas.

El shogunato no dispuso en ningún momento de la absoluta supremacía militar. Dependía del apoyo tácito de dos grupos de daimio, los SHIMPAN (casas de descendientes de Ieyasu)  y  los FUDAI (casas hereditarias  que habían sido vasallos de Tokugawa antes de la batalla de Sekigahara, siendo ascendidos a daimyo  después de ella). Para mantener su poder también era necesario que una parte de los Tozama (daimyo que habían obtenido este rango bajo Nobunaga o Hidetoshi) se mantuvieran neutrales.


Posición financiera 

Los recursos financieros del shogunato eran abundantes, aunque no suponían la supremacía absoluta sobre los demás daimyo.  Los dominios personales del shogun incluían las ciudades más grandes de Japón, Edo y Osaka,  así como minas de oro y plata. Otras fuentes de ingresos eran los aranceles del comercio exterior concentrado en Nagasaki y Tsushima, y las tasas pagadas por los comerciantes para  obtener cualquier monopolio. No obstante, el shogunato solo disponía del 25% del suelo arable, pues el resto estaba en manos de los demás daimio

Escrito por
M. Freis

(Continua Parte II)

1 comentario:

Unknown dijo...

hola estoy haciendo un trabajo sobre la cultura y la historia japonesa... ¿me podrías decir de dónde has sacado esa información? (tanto de la parte I como de la parte II)

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