Lorenzo Ugarte

Vuelo silencioso

Sorprende que una obra de tanta calidad y potencia plástica haya podido pasar tanto tiempo inadvertida para el público. Y es que encontrarse con la obra de Lorenzo Ugarte produce en nosotros una conmoción por la plenitud, capacidad evocadora y, por que no decirlo, belleza de sus piezas. Este olvido sólo puede explicarse por el desinterés mostrado por el propio creador hacia la notoriedad o la aceptación del gran público, y por la sinceridad y fidelidad a sus propios sentimientos, buscando en la creación artística “una manera, inútil y utópica, de buscar respuesta a las grandes preguntas” (Mi Obra y sus Motivaciones, 1982).

El tendido 5

Rendido por la magia de la obra de Ugarte, recordamos lo que en varios momentos escribiera su amigo, el poeta Manolo Alcántara: “Hay en sus cuadros clavos y cordeles, como en el mundo, y trozos de la camisa de don nadie. Y hay hermosos colores azules, y verdes, y rojos. Y tierras que hemos pisado más de una vez (…). Creo que Lorenzo Ugarte nos ha pintado a más de uno pintando desierto y objetos perdidos”. “ Como si alguien hubiese entrado con una varita mágica en una almoneda, en un viejo desván, en un cuarto trastero. Sólo así son posibles estas redenciones de los objetos callados y abandonados. Ahora sabemos que el mago era él.”


Huella testimonial V

Toda una vida presidida por la creación artística, que se inicia ya antes de su paso por la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, se centra en algunos momentos de la trayectoria de Ugarte. Y nos sorprende comprobar cómo, pese a la distancia temporal, formal y estilística de las obras expuestas, y el tránsito constante desde el dibujo y la pintura hacia la escultura, mediante la incorporación sucesiva de materia, objetos olvidados y telas, se revelan inevitables y constantes las claves de creación de este artista, fruto de la sinceridad y humildad con las que Ugarte exorcizaba sus más íntimas inquietudes vitales y necesidades creativas.