Las mujeres de Helmut Newton, dominantes, de cuerpos esculturales,vestidas o desnudas, siempre con zapatos de tacón alto, invaden con su erotismo la sala de exposiciones del Grand Palais de París, que presenta una retrospectiva del fotógrafo australiano de origen alemán, fallecido hace ocho años.
Jude Newton, empezó siendo una de las musas del artista, al que conoció posando como modelo en 1947. Un año más tarde, esta actriz australiana se casó con él.
En aquella época, el fotógrafo acababa de adquirir la nacionalidad australiana tras haber servido en el ejército de este país durante la Segunda Guerra Mundial.
Nacido en Berlín en 1920, en una familia judía acomodada, Helmut Neustädter tuvo que huir de la Alemania nazi en 1938. Llegó primero a Singapur y, desde allí, viajó a Australia, donde cambió su apellido por Newton. Sin embargo, nunca olvidaría el Berlín de su infancia, donde "uno podía encontrar mujeres desnudas bajo su manto de piel", según Neutres.
Cuando Helmut tenía sólo siete años, su hermanastro, diez años mayor, le hizo conocer a Erna la Roja, una prostituta que llevaba botas altas de cuero rojo y una fusta. El recuerdo, relatado por el fotógrafo, se convirtió en un elemento fundamental de su imaginación.
Siendo adolescente, Helmut soñaba con ser cámara de cine o, en su defecto, fotógrafo. En 1936, comenzó como aprendiz de una fotógrafa reconocida, Yva. Se inicia en el retrato, el desnudo y la fotografía de moda antes de huir de Berlín a los 18 años.
"Cada foto cuenta una historia", destacó Jude Newton en la presentación de la exposición.
Las referencias cinematográficas y artísticas abundan. Una mujer joven con botas blancas aparece perseguida por un avión (1967), en un guiño a 'Con la muerte en los talones', de Alfred Hitchcock.
Los 'Grandes desnudos' de los años 1980 son especialmente sorprendentes. Helmut Newton se inspiró en fotos de identidad judicial de terroristas, realizadas por la policía alemana, para fotografiar a mujeres desnudas en poses guerreras.
Newton desarrolló el llamado concepto de "porno chic", que presenta a mujeres burguesas desnudas al lado de una piscina o en hoteles de lujo. El fotógrafo decía que tenía "siempre" en su coche cadenas y esposas para sus sesiones de fotos "sado-maso". También recurría a prótesis, para sorprender con sus imágenes. "Me atrae mucho el mal gusto, más excitante que el supuesto buen gusto, que no es más que la normalización de la mirada", explicaba.
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