Revista de Arte y cultura

Exposición colectiva en la Galería Ra Del Rey




ROA, arte urbano



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Ilustración
Hay ocasiones en que resulta difícil interpretar los mensajes de la vida. Para Dani, todo tenía un significado, todo eran señales del mas allá, quizás de algún antepasado o de alguna presencia maligna. Sabía que estaba en tierra extraña, por lo que no debía desesperar. Aquella pintada frente a su puesto de venta algo quería decirle. Algo sobre su destino,pues nada de lo que acontece lo es de forma gratuita.

"Mira Dani, si tu corazón es puro siempre sabrás interpretar las señales". Le miro con reverencia y siguió decorando metodicamente, con el pequeño pincel , la cerámica lista para cocer. Hubiese querido preguntar más, pero aquello sonó a sentencia y no debía molestar ya al viejo.

Ahora le hubiese importunado de buena gana con mas preguntas, pero no era posible.

"Cuando el camino se oscurezca, todos hemos de vivirlo alguna vez, confía en tus ancestros, ellos te guiaran".
Pero aquí, tan lejos, tal vez no lleguen, pensaba Dani y recordó las angustiosas escenas que le asaltaban en sueños.
No había vendido más que un periódico. Siempre sonreía y saludaba. Desfallecía física y moralmente. A veces deseaba ser detenido y repatriado, pero cuando aparecía la policía corría a esconderse como siempre.

Siempre era de noche. Tumbado en su litera creía hundirse en abismos terribles.Extraños seres le acosaban, trataban de cogerlo. Sucedía cada vez que se acostaba, pero el resistía y de nuevo en la madrugada salía a vender sus periódicos. Así día tras día, volvía a su puesto en la farola, frente a la pintada que tanto le atormentaba, sin haber dormido, sin haber desayunado. Y los extraños símbolos, los enigmáticos trazos de algún artista urbano se apoderaban de nuevo de su alma.
Para sorpresa de todos,llegó el día en que no se levantó. Tuvo que venir el director y finalmente accedió a dejar su litera, pero permaneció en el centro, sentado frente al televisor.

Varios días pasaron, siempre de la litera al televisor y del televisor a la litera. Estaba prohibido, no se podía permanecer en el centro durante el día, pero no tuvieron valor para echarle.
Y así fue como poco a poco se le empezó a confundir con el entorno, hasta que resultó que ya no se podía entender el centro de acogida sin su presencia. Era el él único que conocía los entresijos de aquel edificio. Solucionaba los problemas con gran diligencia y humildad, siempre amable y sonriente, pero también distante y reservado.

Continuará.........



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